(c) De lógica, ética y moral XXXVII

La autonarración de la vida, es el capítulo XXV. A. posiblemente se adhiere al concepto de filosofía de la Grecia antigua encaminada a comprender, interpretar y transformar el mundo y la vida. Inicia el capítulo con un quehacer lineal que configura desconfigura y vuelve a configurar, lo que tiene sentido técnico dentro del mundo del objeto. A. cree en el individuo que realiza consciente o inconscientemente una narración de su existencia lo que posibilita una configuración de memoria. El yo pienso o yo reflexiono, pasa a ser yo hago, yo realizo. No se encuentra en A. un evolucionismo creador en el sentido de Bergson o una búsqueda de libertad y acción en el sentido de Fichte.

El yo de A. es un relato, un objeto. Casi siempre, pensamos que a los escritores les gusta viajar. Un viajero orientado al objeto, se decidirá finalmente por ciudades, monumentos, museos, teatros y adquirirá en dichos viajes si conoce el idioma, libros, películas, cerámica, arte, ropa, joyas...etc. El viajero orientado al sujeto enfocará su viaje hacia la gastronomía, el lenguaje no escrito, las costumbres nacionales o locales, el folklore... y estará más interesado en el pintor que en los cuadros, en el escritor que en la novela o en el actor que en la obra teatral. El relato, puede ser una biografía, un diario o una memoria. El yo de A., su personalidad depende de un objeto, el relato, una obra filosófica, una novela o una narración.

De acuerdo con Ortega, la personalidad es un proyecto de vida, escrito o no, lo que supone un objetivismo. Un proyecto no puede realizarse sin una reflexión basada normalmente en una experiencia previa. El proyecto de iniciar estudios universitarios, de crear una empresa, de realizar un viaje en solitario, el proyecto de conocer personas de otros países, el proyecto de proyectar una casa, el proyecto de pareja o de matrimonio, requieren de reflexión, de preparación y de ejecución.

A. escribe sobre el tejido o el texto, refiriéndose al espacio tiempo que envuelve o rodea nuestras acciones o autonarraciones. Un espacio tiempo, como decía Kant, es un objeto, percibido subjetivamente. El objeto, su propia obra literaria, filosófica, de investigación relacionada con la ética, se convierte finalmente en su propio yo, su propia personalidad. Los objetos ajenos que definían su yo, han desaparecido y A. se convierte como sujeto y como objeto, en cotidianidad, de sí mismo y de los demás.

Doy por finalizada esta entrada. 07/02/2019

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