(c) De lógica, ética y moral XXXIX
Existe, desde luego, la idea de que el yo se crea durante los primeros años de vida, como dijeron Freud o Piaget. Por esta razón, la identidad objeto sujeto se hace menos evidente. La cotidianidad no es un problema superable porque el yo social, la personalidad, ya está definida, aunque lo anterior podría no ser cierto en todos los casos. Es muy posible que el principio de unidad psíquica, responda a nuestros interrogantes. A. abre cuatro apéndices, el primero de los cuales trata sobre la Agresividad y violencia. Menciona la etología o conducta animal somerametne como primer antecedente de la agresividad. La agresividad nace normalmente de un desequilibrio entre recursos escasos y población dentro de un territorio. El principio de economía, una maximización de utilidad y el principio de unidad de clan o tribu, que comprende el principio de conservación reproducción, entran en fase lo que supone el inicio de un conflicto territorial, dentro de un mundo orientado al objeto. El principio de igualdad queda relegado ya que sujeto y objeto, difieren, son distintos.
A. nombra tres impulsos, de dominación, goce y posesión convertidos en poder, placer y propiedad, como si hubiera una teoría psicológica sobre los impulsos. También escribe que los dioses de las religiones son violentos, aunque en este caso la violencia es el resultado de un principio de unidad religiosa lo que excluye el principio de libertad. La violencia de Estado, en aras de un principio de unidad que no menciona, ocupa varías líneas. Existen según A. la violencia de género o violencia machista, la violencia religiosa y la violencia capitalista o comunista. Lógicamente sólo hay una violencia, un estado de cosas, en el sentido de Husserl, violento. Acepta que la violencia es la realidad y la no violencia la utopía y defiende una democratización, una voluntad popular, el estado autonómico, como fórmula de disolución del poder o de la no-ética. Es un separar para unir, un unir para separar. Ciertamente han pasado treinta y cinco años desde que escribió el libro y la no-ética es la misma. El pacifismo religioso es defendido por los cuáqueros, anabaptistas o los testigos de Jehová que se declaran normalmente objetores de conciencia.
A. deja en el tintero la guerra y la consecuente paz, aunque sí nombra el des-arme, relacionado con el despliegue de misiles con cabeza nuclear de los años ochenta. El yo y el objeto del yo, y el tú junto a su objeto, no son complementarios, sino excluyentes. Las guerras europeas han sido guerras nacionalistas y capitalistas, fundamentalmente. Este y Oeste con objetos y sujetos complementarios pocas veces o ninguna han entrado en guerra o conflictos generalizados. El desarrollo capitalista de China y Rusia podrían ser focos de guerra en el futuro.
En España, la violencia terrorista o mejor dicho, el espacio tiempo del terror ha terminado. Era ésta, una violencia nacionalista con tintes religiosos, orientada al sujeto. La violencia machista, A. no lo comenta, podría ser el resultado de una violencia no civil, sino militar, con su propia ética y sus propios conceptos acerca de la fidelidad, patriotismo o lealtad, en aras de un principio de unidad relacionado con la defensa, lo que desembocaría o podría reducirse finalmente a una violencia de estado.
Doy por finalizada esta entrada. 11/02/2019
Existe, desde luego, la idea de que el yo se crea durante los primeros años de vida, como dijeron Freud o Piaget. Por esta razón, la identidad objeto sujeto se hace menos evidente. La cotidianidad no es un problema superable porque el yo social, la personalidad, ya está definida, aunque lo anterior podría no ser cierto en todos los casos. Es muy posible que el principio de unidad psíquica, responda a nuestros interrogantes. A. abre cuatro apéndices, el primero de los cuales trata sobre la Agresividad y violencia. Menciona la etología o conducta animal somerametne como primer antecedente de la agresividad. La agresividad nace normalmente de un desequilibrio entre recursos escasos y población dentro de un territorio. El principio de economía, una maximización de utilidad y el principio de unidad de clan o tribu, que comprende el principio de conservación reproducción, entran en fase lo que supone el inicio de un conflicto territorial, dentro de un mundo orientado al objeto. El principio de igualdad queda relegado ya que sujeto y objeto, difieren, son distintos.
A. nombra tres impulsos, de dominación, goce y posesión convertidos en poder, placer y propiedad, como si hubiera una teoría psicológica sobre los impulsos. También escribe que los dioses de las religiones son violentos, aunque en este caso la violencia es el resultado de un principio de unidad religiosa lo que excluye el principio de libertad. La violencia de Estado, en aras de un principio de unidad que no menciona, ocupa varías líneas. Existen según A. la violencia de género o violencia machista, la violencia religiosa y la violencia capitalista o comunista. Lógicamente sólo hay una violencia, un estado de cosas, en el sentido de Husserl, violento. Acepta que la violencia es la realidad y la no violencia la utopía y defiende una democratización, una voluntad popular, el estado autonómico, como fórmula de disolución del poder o de la no-ética. Es un separar para unir, un unir para separar. Ciertamente han pasado treinta y cinco años desde que escribió el libro y la no-ética es la misma. El pacifismo religioso es defendido por los cuáqueros, anabaptistas o los testigos de Jehová que se declaran normalmente objetores de conciencia.
A. deja en el tintero la guerra y la consecuente paz, aunque sí nombra el des-arme, relacionado con el despliegue de misiles con cabeza nuclear de los años ochenta. El yo y el objeto del yo, y el tú junto a su objeto, no son complementarios, sino excluyentes. Las guerras europeas han sido guerras nacionalistas y capitalistas, fundamentalmente. Este y Oeste con objetos y sujetos complementarios pocas veces o ninguna han entrado en guerra o conflictos generalizados. El desarrollo capitalista de China y Rusia podrían ser focos de guerra en el futuro.
En España, la violencia terrorista o mejor dicho, el espacio tiempo del terror ha terminado. Era ésta, una violencia nacionalista con tintes religiosos, orientada al sujeto. La violencia machista, A. no lo comenta, podría ser el resultado de una violencia no civil, sino militar, con su propia ética y sus propios conceptos acerca de la fidelidad, patriotismo o lealtad, en aras de un principio de unidad relacionado con la defensa, lo que desembocaría o podría reducirse finalmente a una violencia de estado.
Doy por finalizada esta entrada. 11/02/2019
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