(c)De lógica, ética y moral L
A. no escribe sobre la eutanasia en edades avanzadas aunque merece ciertas líneas. El mundo del anciano es un mundo del yo objeto independientemente de que haya sido socialista, comunista, anarquista...etc. . El objeto normalmente inservible, antiguo y olvidado, por alguna razón, no se extingue, su espacio tiempo continúa. Es muy posible que el yo sea consciente de este hecho y decide acabar con una situación antagónica no humana. No habría problemas si el objeto estuviera relacionado con su vida, su juventud, la familia, pero ésto no es así. El objeto es ajeno al yo, o el yo es ajeno al objeto.
La obra de A., desemboca en un existencialismo fatal aunque el existencialismo no tiene sentido lógico, excepto para aseverar que el principio del placer ha sido anulado por el principio de la realidad. Seguimos en el capítulo XXX que versa ahora sobre la muerte de la vida y la muerte en función de la vida. La expresión "tenemos los días contados" representa poder elegir o libertad de elección, ya que si no fuera así, habría tiempo indefinido, tiempo para todo. La muerte, escribe A., es el límite móvil, el horizonte de vida. La muerte puede ser entendida como una interrupción temporal de la vida. Se puede negar también la muerte o entenderla como anécdota, recordatorio de la vida o al revés considerar la muerte como momento decisivo. A. retorna a Platón que meditaba sobre la muerte y postulaba un viaje de las almas hacia las esferas celestes. La muerte platónica es la muerte del yo, no del cuerpo.
La muerte, según A. no tiene la elegancia suficiente para ser importante y solamente recordamos algunas anécdotas, como la de Victor Hugo que supuestamente dijo en inglés al morir, Either the wall or myself is fading away, "uno de los dos, la pared o yo mismo se desvanece". Lo importante son los instantes existencialistas de la muerte, su estructura sociológica unitaria. Más tarde se pregunta sobre qué significa la vida después de la muerte o cómo será la otra vida, para establecer una personalidad como pecado original de Adán y Eva, o el diluvio universal de un Dios despótico o como suprema perfección. La idea cristiana de la creencia en Cristo, relacionada con la resurrección inmediata desde la muerte a la vida queda olvidada o sin escribir.
El mundo orientado al objeto, el capitalismo y también el militarismo, cualquier militarismo, son contrarios a dar importancia a la muerte. Los segundos por razones obvias y los primeros porque el bienestar material tiene que estar por encima de cualquier idea espiritual. Lo que hacemos en vida no puede influir negativamente después de la muerte y si influye, tiene que ocultarse. De la misma forma, un soldado está entrenado para luchar y morir si es necesario y la vida después de la muerte no puede ser un problema existencial, es decir, no puede ser obstáculo para el desarrollo profesional. Contrariamente, el mundo orientado al sujeto, es un mundo próximo a Heidegger, un ser para la muerte. La otra vida tiene mayor importancia aunque normalmente se rechaza la simplicidad ético religiosa, cielo infierno e indagan en el mundo espiritual de Hegel, una fenomenología. Hegel, por cierto, es interpretado dualmente, como lógico es objeto, como romántico es sujeto.
Doy por terminada esta entrada. 26/02/2019
A. no escribe sobre la eutanasia en edades avanzadas aunque merece ciertas líneas. El mundo del anciano es un mundo del yo objeto independientemente de que haya sido socialista, comunista, anarquista...etc. . El objeto normalmente inservible, antiguo y olvidado, por alguna razón, no se extingue, su espacio tiempo continúa. Es muy posible que el yo sea consciente de este hecho y decide acabar con una situación antagónica no humana. No habría problemas si el objeto estuviera relacionado con su vida, su juventud, la familia, pero ésto no es así. El objeto es ajeno al yo, o el yo es ajeno al objeto.
La obra de A., desemboca en un existencialismo fatal aunque el existencialismo no tiene sentido lógico, excepto para aseverar que el principio del placer ha sido anulado por el principio de la realidad. Seguimos en el capítulo XXX que versa ahora sobre la muerte de la vida y la muerte en función de la vida. La expresión "tenemos los días contados" representa poder elegir o libertad de elección, ya que si no fuera así, habría tiempo indefinido, tiempo para todo. La muerte, escribe A., es el límite móvil, el horizonte de vida. La muerte puede ser entendida como una interrupción temporal de la vida. Se puede negar también la muerte o entenderla como anécdota, recordatorio de la vida o al revés considerar la muerte como momento decisivo. A. retorna a Platón que meditaba sobre la muerte y postulaba un viaje de las almas hacia las esferas celestes. La muerte platónica es la muerte del yo, no del cuerpo.
La muerte, según A. no tiene la elegancia suficiente para ser importante y solamente recordamos algunas anécdotas, como la de Victor Hugo que supuestamente dijo en inglés al morir, Either the wall or myself is fading away, "uno de los dos, la pared o yo mismo se desvanece". Lo importante son los instantes existencialistas de la muerte, su estructura sociológica unitaria. Más tarde se pregunta sobre qué significa la vida después de la muerte o cómo será la otra vida, para establecer una personalidad como pecado original de Adán y Eva, o el diluvio universal de un Dios despótico o como suprema perfección. La idea cristiana de la creencia en Cristo, relacionada con la resurrección inmediata desde la muerte a la vida queda olvidada o sin escribir.
El mundo orientado al objeto, el capitalismo y también el militarismo, cualquier militarismo, son contrarios a dar importancia a la muerte. Los segundos por razones obvias y los primeros porque el bienestar material tiene que estar por encima de cualquier idea espiritual. Lo que hacemos en vida no puede influir negativamente después de la muerte y si influye, tiene que ocultarse. De la misma forma, un soldado está entrenado para luchar y morir si es necesario y la vida después de la muerte no puede ser un problema existencial, es decir, no puede ser obstáculo para el desarrollo profesional. Contrariamente, el mundo orientado al sujeto, es un mundo próximo a Heidegger, un ser para la muerte. La otra vida tiene mayor importancia aunque normalmente se rechaza la simplicidad ético religiosa, cielo infierno e indagan en el mundo espiritual de Hegel, una fenomenología. Hegel, por cierto, es interpretado dualmente, como lógico es objeto, como romántico es sujeto.
Doy por terminada esta entrada. 26/02/2019
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