(c) De lógica, ética y moral XXXI
A. posiblemente ha leido el libro de Freud "Psicopatología de la cotidianidad" Zur Psychopathologie des Alltagsleben, aunque en este caso, no sea de gran ayuda. Y no es de gran ayuda porque se ha traducido erróneamente vida diaria como cotidianidad, ya que cotidianidad se escribe Alltäglichkait. Es cosa curiosa porque Freud que había aprendido castellano, aseguraba que sus obras estaban soberbiamente traducidas a esta lengua. Gustave Flaubert 1821-1880, escritor francés adscrito al realismo, defendía unas ciencias morales tan ecuánimes e imparciales como las ciencias físicas. Y esto supone, establecer una relación entre ética y lógica. A. es un intelectual que forma parte de la burguesía pero que finalmente piensa como Flaubert, cuando escribía que el mundo se hallaba sometido a la mediocridad de la burguesía triunfante.
A. como intelectual pertenece a la burguesía y se enfrenta a una psicopatología que nace de una vida burguesa, orientada al objeto, la empresa, la casa, el comercio, la vestimenta, el mobiliario, el otro mobiliario financiero...etc. Los personajes de Flaubert ensayan y se mueven dentro de una odisea del fracaso y algunas de sus obras fueron criticadas por inmorales o no acordes con la moral de la época. En el capítulo XIX La constitución del yo cotidiano en su escenario, A. se adhiere a una espontaneidad vital representada por un humanismo liberal socialista, rechazando el teatro de la burguesía. De acuerdo con A., el yo, el carácter y la personalidad se forjan por la imagen que tienen los demás y uno mismo, de sí mismo, que llama espejo de los demás y espejo propio, un feedback. Sin embargo, para la psicología, especialmente freudiana, la imitación y los primeros años de la infancia, tienen mucho que ver con los trastornos en la madurez.
Es ciertamente confuso ya que el yo se fundamenta en la filosofía, mientras que el carácter y la personalidad, formas del yo, pertenecen a la psicología o la psicosociología. El problema de identidad surge de nuevo. A. encuentra su propio equilibrio espiritual y material, aunque no avanza en el conocimiento lógico de la ética y de la moral. El carácter es un rasgo esencial de la personalidad. El yo, el ello y el superyo son los tres elementos esenciales de la teoría de la personalidad de Freud. Estos tres elementos puede agruparse o forman parte del sujeto. A. no nombra a Freud en ningún caso. Somos para nosotros mismos y también para los demás dice A, lo que exige un principio de unidad psicológica, un equilibrio entre sujeto y objeto.
Podría ser que A. simplemente nos está relatando el por qué es socialista. Nuestra relación con los demás, familia, centros educativos, centros laborales, centros de ocio...etc. determina el carácter que suele ser una constante. Es un hecho que las personas cambian durante su vida pero el carácter una vez formado, se mantiene invariable, no así la personalidad que depende más de un entorno. A. escribe sobre el superego freudiano, basado en normas culturales socializadas e institucionalizadas por la familia y la escuela, una relación entre el yo y el ello. El mismo forma parte de una burguesía elitista e híbrida orientada al objeto que busca un equilibrio intertemporal con el sujeto a través de un humanismo socialista.
Doy por finalizada esta entrada. 30/01/2019
A. posiblemente ha leido el libro de Freud "Psicopatología de la cotidianidad" Zur Psychopathologie des Alltagsleben, aunque en este caso, no sea de gran ayuda. Y no es de gran ayuda porque se ha traducido erróneamente vida diaria como cotidianidad, ya que cotidianidad se escribe Alltäglichkait. Es cosa curiosa porque Freud que había aprendido castellano, aseguraba que sus obras estaban soberbiamente traducidas a esta lengua. Gustave Flaubert 1821-1880, escritor francés adscrito al realismo, defendía unas ciencias morales tan ecuánimes e imparciales como las ciencias físicas. Y esto supone, establecer una relación entre ética y lógica. A. es un intelectual que forma parte de la burguesía pero que finalmente piensa como Flaubert, cuando escribía que el mundo se hallaba sometido a la mediocridad de la burguesía triunfante.
A. como intelectual pertenece a la burguesía y se enfrenta a una psicopatología que nace de una vida burguesa, orientada al objeto, la empresa, la casa, el comercio, la vestimenta, el mobiliario, el otro mobiliario financiero...etc. Los personajes de Flaubert ensayan y se mueven dentro de una odisea del fracaso y algunas de sus obras fueron criticadas por inmorales o no acordes con la moral de la época. En el capítulo XIX La constitución del yo cotidiano en su escenario, A. se adhiere a una espontaneidad vital representada por un humanismo liberal socialista, rechazando el teatro de la burguesía. De acuerdo con A., el yo, el carácter y la personalidad se forjan por la imagen que tienen los demás y uno mismo, de sí mismo, que llama espejo de los demás y espejo propio, un feedback. Sin embargo, para la psicología, especialmente freudiana, la imitación y los primeros años de la infancia, tienen mucho que ver con los trastornos en la madurez.
Es ciertamente confuso ya que el yo se fundamenta en la filosofía, mientras que el carácter y la personalidad, formas del yo, pertenecen a la psicología o la psicosociología. El problema de identidad surge de nuevo. A. encuentra su propio equilibrio espiritual y material, aunque no avanza en el conocimiento lógico de la ética y de la moral. El carácter es un rasgo esencial de la personalidad. El yo, el ello y el superyo son los tres elementos esenciales de la teoría de la personalidad de Freud. Estos tres elementos puede agruparse o forman parte del sujeto. A. no nombra a Freud en ningún caso. Somos para nosotros mismos y también para los demás dice A, lo que exige un principio de unidad psicológica, un equilibrio entre sujeto y objeto.
Podría ser que A. simplemente nos está relatando el por qué es socialista. Nuestra relación con los demás, familia, centros educativos, centros laborales, centros de ocio...etc. determina el carácter que suele ser una constante. Es un hecho que las personas cambian durante su vida pero el carácter una vez formado, se mantiene invariable, no así la personalidad que depende más de un entorno. A. escribe sobre el superego freudiano, basado en normas culturales socializadas e institucionalizadas por la familia y la escuela, una relación entre el yo y el ello. El mismo forma parte de una burguesía elitista e híbrida orientada al objeto que busca un equilibrio intertemporal con el sujeto a través de un humanismo socialista.
Doy por finalizada esta entrada. 30/01/2019
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