(c) De lógica, ética y moral XXX

A. se pregunta ¿es realmente mío mi mundo? lo que supone otorgar una cierta importancia al posesivo mío, a la propiedad privada y el mundo del objeto. Es similar a ¿vivo yo mi propia vida?. Cuando viajamos a un país extranjero, llegamos con el yo nacional pero según pasan los días, el objeto ajeno al país, modifica nuestro yo o sujeto. El yo queda modificado por el objeto y finalmente el yo es distinto, en equilibrio con todo lo que le rodea. En esta situación, el yo nacional está vinculado a unos objetos y sujetos que se recuerdan, es decir, el yo como individuo de un país se convierte en memoria y recuerdo, una nostalgia poética, un sentimiento. A. atraviesa una crisis de identidad no relacionada con la teoría del conocimiento sino consigo mismo. Y esto era algo normal en los años 80 y afectaba a toda una generación.

A. escribe sobre las reglas del juego, sin añadir la palabra "burgués". Está dentro de un juego burgués y en cierta medida, el principio de libertad le ha llevado a ser lo que es y se pregunta si ha hecho lo correcto, aplicándose una moral personal, individual, de origen vasco. Pero si su yo, no es su yo ya que el objeto no es su objeto, toda preocupación intelectual carece de sentido. Dentro del juego, hay reglas que se consideran sobreentendidas. Se sobreentiende que una persona dentro de una universidad que no saluda a otra, significa un conflicto o un rechazo, puntual o crónico. Pero el sentido cambia si en vez de un estudiante, el no saludo lo realiza un profesor a otro profesor. Podríamos vivir en un mundo en el que no saludar al vecino o a un colega del trabajo, no significara nada. Sin embargo, ésto no es así, en la mayoría de los casos. La relación del yo con el otro, es fundamental para A.

La conducta de la simulación o el teatro, forma parte de la moral. No se puede llegar a algún sitio y no saber qué decir o qué hacer si esperan acción. Todo esto supone cierta planifiación o programación de las actividades cuando actuamos como seres sociales. Lo que vamos a decir no puede ser ofensivo, es decir, no puede contener segundas interpretaciones y por tanto, tiene que tener un sentido único, si exceptuamos el caso de querer ser graciosos, lo que significa un estado de cosas distinto relacionado con el ocio o algún acontecimiento festivo, un yo freudiano reprimido e inconsciente. Lo que esperan de uno tiene que exteriorizarse y ésto representa un rol, una tarea social, un encasillamiento, un determinismo, un alejamiento del principio de libertad y un acercamiento al principio de conservación y unidad de clase. Los roles, los papeles pertenecen al mundo del objeto y sociológicamente representan elementos de una estructura, en este caso, de clase. Si los elementos cambian, la estructura también cambia.

La cotidianidad es el mundo de A. Pero lo cotidiano es rutina, un mundo del objeto. Una persona que realiza durante todo el día actividades programadas, se convierte en un objeto. Existe un desfase, siempre y en cualquier lugar, una crisis psicológica con el yo, el sujeto, que permanece en un segundo plano. ¿ Qué puede hacer el yo, si todo está programado de antemano ? El yo queda relegado a los momentos relacionados con los fines de semana, las vacaciones, los puentes o la desconexión temporal del mundo material. El desfase puede ser tan grande que el yo se pregunta si una existencia así tiene sentido, cosa que le ocurre a A. Ciertamente convertir algo así en un tema filosófico, entraña cierto riesgo intelectual.

Doy por finalizada esta entrada. 29/01/2019

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