(c) De lógica, ética y moral XXVIII
El libro de A. es ciertamente aséptico. En su último subtítulo entre la desmoralización y la moral de los objetivos concretos inmediatos, destaca el significado dual de la palabra desmoralización. La primera perteneciente a la no ética relacionada con el principio de unidad de estado, desmoralización es corrupción y perversión. En una segunda acepción, desmoralización es abatimiento, desánimo. Engloba la macroética y la micromoral. Crisis y desmoralización son simultáneas, ocurren dentro de un espacio tiempo concreto y comunican un desequilibrio, un desajuste entre los principios. Sin embargo, sabemos que los folkways, mores, costumbres y usos dependen en gran parte de la clase superior. Firmar un contrato escrito pertenece a una costumbre de la clase urbana, mientras que realizar un intercambio verbal, sería una costumbre de la clase rural. La seguridad jurídica, en este caso, ha prevalecido.
La costumbre es fuente del derecho pero no es principio general del derecho. Existe una relación clara entre moral cívica y derecho positivo, entre costumbre y moral cívica. Difícilmente una revolución, un sentimiento profundo de rechazo a un estado de cosas, o un inconformismo, pueden ir en contra de una historia de costumbres. El nacionalismo, la importancia del sujeto, impone una conservación de costumbres, el folklore y no existe revolución alguna que pueda considerarse antinacional y si existiera no podría perdurar en el tiempo, caso de la revolución rusa del 17. El socialismo revolucionario, en este caso, eclipsó durante años, al nacionalismo. El nacionalismo como sujeto crea su propio objeto, rechazado por el socialismo. El socialista utópico Charles Fourier 1772-1837, defendió el amor libre, la emancipación de la mujer, la abolición del matrimonio y la familia, la educación colectiva de los niños, la desaparición del individualismo...etc.
No hay principios de mayor jerarquía que otros, pero sí existe una jerarquía legal. Si aceptamos que la clase dominante establece la macroética o derecho positivo, aceptamos de alguna manera que existe una jerarquía moral. La macroética, el derecho positivo estaría por encima de la micromoral, la moral cívica. La primera está escrita en códigos jurídicos, tiene una lógica, la segunda no. La estructura de clases aparentemente fruto de la división del trabajo, establece distintas jerarquías morales. Saludarse o darse la mano, besarse en las mejillas o la boca, asentir con la cabeza, denegar, hacer o no labores domésticas, respetar los pasos de cebra, felicitar un cumpleaños, brindar un lugar a un mayor para sentarse en el metro...etc. pertenecerían a la micromoral, y estarían en la escala más baja. La macroética, estaría en el punto más alto de la jerarquía. Como la propiedad privada, la macroética estaría asociada al pensamiento y la micromoral al sentimiento.
Y todo lo anterior supone la existencia de cierta militarización de la ética y de la moral, producida por el principio de unidad y conservación, observada por Kant, al hablar del sentimiento del deber. A. termina la primera parte de su libro, abogando por una remoralización, una actitud contra la no ética, a través del diálogo y la comunicación.
Doy por finalizada esta entrada. 25/01/2019
El libro de A. es ciertamente aséptico. En su último subtítulo entre la desmoralización y la moral de los objetivos concretos inmediatos, destaca el significado dual de la palabra desmoralización. La primera perteneciente a la no ética relacionada con el principio de unidad de estado, desmoralización es corrupción y perversión. En una segunda acepción, desmoralización es abatimiento, desánimo. Engloba la macroética y la micromoral. Crisis y desmoralización son simultáneas, ocurren dentro de un espacio tiempo concreto y comunican un desequilibrio, un desajuste entre los principios. Sin embargo, sabemos que los folkways, mores, costumbres y usos dependen en gran parte de la clase superior. Firmar un contrato escrito pertenece a una costumbre de la clase urbana, mientras que realizar un intercambio verbal, sería una costumbre de la clase rural. La seguridad jurídica, en este caso, ha prevalecido.
La costumbre es fuente del derecho pero no es principio general del derecho. Existe una relación clara entre moral cívica y derecho positivo, entre costumbre y moral cívica. Difícilmente una revolución, un sentimiento profundo de rechazo a un estado de cosas, o un inconformismo, pueden ir en contra de una historia de costumbres. El nacionalismo, la importancia del sujeto, impone una conservación de costumbres, el folklore y no existe revolución alguna que pueda considerarse antinacional y si existiera no podría perdurar en el tiempo, caso de la revolución rusa del 17. El socialismo revolucionario, en este caso, eclipsó durante años, al nacionalismo. El nacionalismo como sujeto crea su propio objeto, rechazado por el socialismo. El socialista utópico Charles Fourier 1772-1837, defendió el amor libre, la emancipación de la mujer, la abolición del matrimonio y la familia, la educación colectiva de los niños, la desaparición del individualismo...etc.
No hay principios de mayor jerarquía que otros, pero sí existe una jerarquía legal. Si aceptamos que la clase dominante establece la macroética o derecho positivo, aceptamos de alguna manera que existe una jerarquía moral. La macroética, el derecho positivo estaría por encima de la micromoral, la moral cívica. La primera está escrita en códigos jurídicos, tiene una lógica, la segunda no. La estructura de clases aparentemente fruto de la división del trabajo, establece distintas jerarquías morales. Saludarse o darse la mano, besarse en las mejillas o la boca, asentir con la cabeza, denegar, hacer o no labores domésticas, respetar los pasos de cebra, felicitar un cumpleaños, brindar un lugar a un mayor para sentarse en el metro...etc. pertenecerían a la micromoral, y estarían en la escala más baja. La macroética, estaría en el punto más alto de la jerarquía. Como la propiedad privada, la macroética estaría asociada al pensamiento y la micromoral al sentimiento.
Y todo lo anterior supone la existencia de cierta militarización de la ética y de la moral, producida por el principio de unidad y conservación, observada por Kant, al hablar del sentimiento del deber. A. termina la primera parte de su libro, abogando por una remoralización, una actitud contra la no ética, a través del diálogo y la comunicación.
Doy por finalizada esta entrada. 25/01/2019
Comentarios
Publicar un comentario