(c) De lógica, ética y moral VI

He omitido en la entrada anterior, escribir sobre el relativismo de la moral religiosa, lo cual es evidente cuando comparamos religiones. El culto fálico todavía subsiste hoy día en el hinduísmo como símbolo de vida y de muerte, mientras que ha sido relegado a un plano arquitectónico o simplemente olvidado en el cristianismo. El altar religioso representa según este culto, un símbolo femenino mientras que el fuego era un símbolo masculino. La moral del imperio romano convirtió el falo en divinidad. Otro ejemplo del relativismo es la prostitución de élite que en el pasado fue considerada prostitución sagrada, realizada por diosas como Astarté o Isis.

Hoy día, todavía existen prácticas así disfrazadas en ciertos sectores, aunque el sentimiento rechaza o acepta que estas personas puedan dedicarse a actividades que si bien no son legales tampoco son manifiestamente ilegales. Las personas reaccionan de distinta forma ante hechos así en función de su pensamiento ideológico o religioso fundamentalmente. El sexo, relacionado con la moral cristiana, excepto para la procreación, representa un alejamiento del bien. Sin embargo, es aceptado como algo sagrado dentro de la moral hindú. Todo esto, como en la entrada anterior, obedece a un desfase histórico de las distintas creencias religiosas. Con una ética o moral religiosa común, el mundo tendrá en un futuro cercano o lejano, una única religión.

Y comienza el capítulo III que titula qué significa el término bueno, lo deseable y el placer. Ciertamente la juventud utiliza o utilizaba en los años 80 expresiones como tío bueno o tía buena, como forma de explicar cierta belleza corporal o un sex appeal. El concepto de bien, escribe A., es una hipótesis metáfisica, lo que representa que está relacionado con los primeros principios y causas primeras de las cosas. Para la psicología americana, lo que está bien funciona en oposición a lo que está mal. Estar bien, representa un propiedad del objeto y del sujeto. Lo bueno como principio ético es algo que se convierte en necesidad hacia el objeto y el sujeto, aunque según A. lo que surge es una deseabilidad, un orden de preferencias, una decisión utilitarista.

Lo que deseamos, escribe A., no tiene relación con la moral, lo cual no es cierto ya que lo que deseamos está valorado o enjuiciado por nuestros sentimientos morales. Contaminar la naturaleza con un vehículo de motor podría formar parte ya de la moral o de la ética, de nuestra relación con el mundo. El objeto está asímismo producido o fabricado bajo unos principios éticos que no se pueden obviar y existe una ética y moral laboral, productiva. La complejidad, el compromiso, se vuelve evidente. Sin embargo, los principios éticos no dependen y no pueden depender de un sistema económico o un sistema político, históricamente relacionados . Son por definición tautológicos lo que representa que nos movemos hacia una perfección ética de principios universales.

Doy por finalizada esta entrada. 20/12/2018

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